martes, 17 de mayo de 2011

El Rol de la Educadora de Párvulos en la Formación del Niño y la Creación de Ambientes y Actividades Lúdicas en el proceso de E-A

Es un hecho inalienable de la educación inicial que la actividad lúdica debe realizarse en base al interés y características personales de los grupos a los que una educadora forma, de ahí que el rol de una educadora de párvulos está en reflexionar sus prácticas educativas para promover actividades con matiz de juego que le permitan potenciar el desarrollo integral de sus niños en cada una de sus dimensiones. Por esto, ‘la organización y disponibilidad de espacios y objetos debe hacerse creativamente’ (RETAMAL, 2001; 21) de manera que el niño, por medio de ellas, adquiera y cree sus aprendizajes significativos.

Una educadora de párvulos debe tener siempre en cuenta que al usar estrategias metodológicas de aprendizaje que involucran funciones lúdicas, está fomentando en sus alumnos el desarrollo de nociones concretas y lógicas que  inciden en la comprensión de fenómenos del aprendizaje posteriores a la educación inicial.

Las educadoras de Párvulos enfrentamos el reto de salir de la escolarización inicial y educar a los niños por medio de actividades que les divierten, es decir por medio del juego. De ahí, la relación dicotómica de juego-trabajo que estamos llamadas a maneja en nuestra práctica diaria.

Gracias a nuestro conocimiento sobre las características de los niños de 0-4 años de edad, encaminamos actividades que permiten un desarrollo óptimo del párvulo; cuando las necesidades e intereses de los niños se vuelven nuestro eje de acción principal somos concientes de la metodología que debemos manejar y al conocer que el juego es la actividad, principio y característica fundamental de la formación del niño ya que, según lo afirma Schiller ‘’El hombre no está completo sino cuando juega’’, de manera que una educadora utiliza esta tendencia natural del niño para planificar las actividades educativas.




El papel del educador es fundamental al momento de plantear actividades para ofrecer  los niños ya que este debe ser conocedor de los intereses correspondientes a la edad de ahí que ‘la habilidad del educador está en ofrecer el juego que crea más conveniente de manera atractiva, para que el niño lo realice sin sentirse coaccionado’ (BARTOLOMÉ, GORRIZ, PASCUAL, GARCÍA, 1993; 485).

Al contemplar la división de juego-trabajo es necesario reconocer que aquello que los hace diferir no es la actividad en ejecución sino la actitud y postura tomadas frente a dicha experiencia de aprendizaje. ‘El niño, el juego y el trabajo se dan juntos, pero a medida que se va haciendo mayor y se va acercando al punto de vista del adulto, empieza a distinguir entre ambos.’ (BARTOLOMÉ, GORRIZ, PASCUAL, GARCÍA, 1993; 486). Por esto, el rol del educador infantil consiste en permitir que tanto el trabajo como el juego sean ocasión de disfrute para el niño el momento de realizar actividades de estimulación en el aula.

Advertimos entonces que el juego tiene dos componentes: uno lúdico y otro educativo y el educador infantil es aquel que se encarga de hacer que el niño juegue y aprenda al mismo tiempo sin necesidad de hacerle saber que está siendo evaluado o realizando algún trabajo y es quien también a la vez programa actividades lúdicas como momento de distensión para un grupo de niños. así entonces, un educador infantil propicia infinidad de oportunidades de aprendizaje por medio del juego que potencian el desarrollo de habilidades permitiendo que el niño no sólo participe sino que las interiorice, es decir, que aprehenda. De esta manera, ‘el juego supone un punto de partida para proponer y realizar tareas o actividades útiles conducentes a lograr ciertos objetivos educativos’ (BARTOLOMÉ, GORRIZ, PASCUAL, GARCÍA, 1993; 487).

Con estos elementos el educador aprovecha y se vale de esta fuente de actividad para su planificación conociendo la dinámica del grupo que maneja. ‘Por ello, presentará las actividades en forma de juego. Por las características del niño y su forma de  juego ha de parecerle libremente elegido y no impuesto’ (BARTOLOMÉ, GORRIZ, PASCUAL, GARCÍA, 1993; 487).

De ahí que el valor didáctico del juego genera oportunidades de aprendizaje convirtiéndose en un medio para el educador mas no para el niño que juega.

La creación de ambientes lúdicos de aprendizaje es una función del educador infantil que amplía aun más la visión de formación integral del niño ya que de esta depende la organización del tiempo, de los espacios, de los recursos y de las capacidades que por medio de los objetivos planteados se busque desarrollar.
Un adecuado ambiente lúdico de aprendizaje ‘favorece el desarrollo del equilibrio personal en un clima afectivo en el que el niño se desenvuelva alegremente’ (RETAMAL, 2004; 25) ya sea de forma individual o grupal. Este aspecto fomentará a su vez la incorporación de valores y normas sociales que debe manejar tanto dentro como fuera de la institución. Asimismo, las habilidades y destrezas, motrices, cognitivas y de lenguaje se desarrollarán y estimularán constante y abundantemente por medio de las experiencias de aprendizaje sugeridas de forma lúdica por la educadora en los espacios y ambientes creados para un óptimo proceso de E-A.

En una cosmovisión social de la educación contemplada desde la perspectiva de la Reproducción Cultural vigente en todo sistema social, las educadoras debemos ser concientes de que el control social está determinado por aquellas clases cuya cultura domina y prevalece en un determinado contexto y sociedad, aspecto que a su vez es violentado por el papel institucional de la escuela y el cual nosotras transmitimos por medio de una violencia simbólica que estamos llamadas a cambiar.
Por todo lo expuesto a lo largo de este capítulo y contemplando con una visión crítica el papel de la educadora de párvulos, es necesario mencionar que nuestra labor en la formación integral lúdica del niño, no se limita a una instrucción cognitiva o moral sino que busca formar al individuo inserto en una sociedad de manera que sea capaz de generar cambios y ser parte de ellos no sólo para caminar en la mira de una pedagogía crítica sino también para desde las bases, edificar una sociedad diferente.

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